Maria
Gaetana Agnesi (1718-1799)
Maria Agnesi, vivió tranquila, se hizo
probablemente monja, eligió la religión y la pobreza, no escribió nada inoportuno o molesto, aunque
sí brillante y finalmente murió sola.
María nació en Milán el 16 de mayo de
1718, se la recuerda como matemática, aunque también se la califica de
lingüista, filósofa e incluso teóloga.
Era tímida y reservada desde su
infancia, ella deseaba la vida que el ofrecía el retiro religioso, pero su
padre tenía otras ideas para ella y la alentó a desarrollar sus habilidades
como lingüista, matemática y filósofa.
Se entregó así al estudio de las
matemáticas y a través de la publicación de uno de sus trabajos, con el
objetivo de ayudar a sus hermanos pequeños en el aprendizaje de esta ciencia,
se convirtió en una científica valorada cuya obra la hizo famosa en toda
Europa.
En Italia del siglo XVIII, no estaban
mal vistas las mujeres con talento. En aquella época, contrariamente, en otros
países menos ilustrados se consideraba a la imagen de la mujer como un ser
provisto sólo para llevar el hogar y parir niños, incluso era pecaminoso que
una mujer supiera leer y escribir, ya que esto puede llegar a ser peligroso y
hasta pecaminoso. Sólo se toleraba la mujer no analfabeta cuando moraba en un
convento o vestía hábitos de monja.
El padre de Maria, Pietro Agnesi, no era un
profesor universitario como se creyó durante un tiempo, sino un comerciante
enriquecido que hizo su fortuna con la seda. Tuvo 21 hijos, de los que
sobrevivieron muy pocos; era lo normal en la época. María, que era la mayor,
tenía a su cargo la responsabilidad de criarlos.
La vida de Maria transcurría entre niños,
música y reuniones sociales, muy numerosas en casa de los Agnesi, allí, su
padre lucía el talento de su hija mayor, políglota, a los nueve años hablaba
latín, griego y hebreo y cuatro idiomas modernos; el francés ya lo dominaba a
los cinco, niña prodigio en todos los sentidos y le interesaban los temas filosóficos
y científicos.
En 1738 se realizó la publicación del libro Propositiones philosophicae, que
contiene sus ideas sobre todo lo divino y lo humano divididas en 171 tesis.
Entre los temas tratados están la teoría de
las mareas, el apoyo a las opiniones de Newton, el origen de la luz o las
propiedades de ciertas curvas geométricas.
Entre sus varios amigos matemáticos figuraba
Jacopo Francesco Riccati el célebre experto, para los especialistas de las
ecuaciones diferenciales, que incluso le envió a María material inédito para
que lo incluyera en las futuras Instituzioni.
Su fama como matemática estaba ya consolidada
y había llegado a conocimiento del Papa
reinante, Benedicto XIV. Éste, orgulloso
de que una italiana fuera tan conocida hizo que, hacia 1750, se la nombre
titular de la cátedra de Bolonia. Es casi seguro que María no ocupó la cátedra, no porque no
lo mereciera, sino porque priorizó sus ansias de paz y religiosidad. Pero
figuró como miembro electo de la Academia de Ciencias de Bolonia.
Lo primero en que trabajó Agnesi, desde el
punto de vista matemático, fue en anotar y comentar un texto del marqués de L´
Hopital sobre las curvas cónicas, nunca publicó esta obra de su juventud. Su
obra matemática publicada fue el libro titulado, Instituzioni analitiche ad uso
della gioventu italiana, que
trata sobre todo de cálculo diferencial
e integral, cuya escritura, en italiano, comenzó cuando tenía aproximadamente
20 años y la dió a conocer recién en 1748.
Es un
texto de matemáticas consultable, todavía existente, el primero, hasta ahora,
que ha sobrevivido en el tiempo.
El libro, en sus dos volúmenes, da gusto
leerlo por su claridad en la redacción y su proceso lógico de resultados.
Da la sensación, por su título, Instituzioni analitiche ad uso della gioventu
italiana (Institución analítica para el uso de la juventud italiana) que la
autora se hubiera propuesto ponerlo realmente al alcance de todos los
lectores. La notación está tan
seleccionada y es tan moderna que, incluso hoy podría parecernos comprensible.
Para resaltar la obra de Agnesi: Europa estaba
científicamente dividida en dos bandos, los seguidores insulares de las
doctrinas, del modo de explicar y la notación de Isaac Newton y el continental,
que se inclinaba por Leibniz. Se pertenecía a uno u otro bando, y María
consiguió algo en aquel entonces muy
difícil, una exposición en la que se armonizaban ambos puntos de vista, que
intelectualmente son equivalentes, extrayendo lo mejor de cada uno de ellos de
un modo ideal.
María pone el acento en que las dos
operaciones básicas del análisis, la diferenciación y la integración, son
operaciones inversas.
El texto contiene láminas que hacen la lectura
mucho más fácil. En una época en la que la imprenta era todavía un arte en
desarrollo, la inclusión de láminas representaba todo un lujo pedagógico. María
trasladó el taller de imprenta con sus máquinas a su propia casa para
controlarlo mejor. Las páginas contaron con anchos márgenes y una tipografía
grande y legible.
La propia autora aspiraba a que enseñaran el
análisis partiendo de muchos ejemplos bien seleccionados.
Con el paso del tiempo, el texto fue obteniendo
fama y consideración y se realizaron ediciones en francés e inglés.
Las mil páginas del libro estudian, el cálculo
diferencial y el integral. Se pone énfasis además en que la diferenciación y la
integración son problemas inversos el uno del otro, algo que hoy nos puede
parecer intuitivamente evidente y que es una de las primeras cosas que se
enseñan en análisis matemático, pero que no era así en 1748.
María, como hemos visto, fue
reconocida como matemática en su época, y sin embargo su reputación histórica
fue distorsionada por el hecho de que, en sus Instituzioni Analitiche,
trabajara con la “curva de Agnesi” o curva sinusoidal versa, “versiera” en
italiano, que significa “virar”, “girar”, que se tradujo al inglés, por un
error del traductor, John Colson, como la “bruja de Agnesi”. Colson,
profesor de Cambridge, “encontró este trabajo tan excelente que, a una edad
avanzada, decidió aprender italiano con el único fin de traducir ese libro y
que la juventud inglesa pudiera beneficiarse de él. Tradujo las Instituciones
al inglés hacia 1760, el año de su muerte. Confundió el término “versiera” por
"avversiera" que significa bruja, hechicera, (“witch”). Posteriores
traducciones y ediciones han mantenido el término. Quizás con mala intención o
pretendiendo hacer un chiste sin gracia, ha quedado así inmortalizada en los
libros de historia de la matemática.
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