viernes, 1 de noviembre de 2013

Sofia Kovalevskaya

Sofia Kovalevskaya ( 1850 -1891 )

Sofía era matemática y a la vez política y escritora.  Nació en 1850, hija de un general zarista. El general y su mujer, de la familia Schubert, astrónomos conocidos, vivían algo apartados de su familia, y en particular de sus hijas, pues tenían que frecuentar la lejana corte rusa. Su abuelo, que sentía gran admiración y respeto por las matemáticas, fue el primero que despertó el interés de Sofía por conocerlas.
La falta de papel por estar apartados de las grandes ciudades, hizo que se empapelara la habitación de los niños con cualquier papel, a la espera del definitivo. Estos fueron unos antiguos apuntes de su padre que contenían un curso de cálculo diferencial e integral de Ostrogradski, un excelente matemático que había sido también inspector de enseñanza de las escuelas militares. Las fórmulas del curso describían curvas incomprensibles, eran integrales y derivadas parciales. Sofía las seguía con su índice sin entenderlas pero llena de fascinación.
 Era una alumna muy despierta. En una visita el profesor Tyrtov, le regalo un libro de física. Acababa de escribirlo y la parte de óptica estaba repleta de fórmulas trigonométrica. Sofia lo descifró e ingreso al mundo de la trigonometría.
 Ella además, escribía muy bien.
Ella había desarrollado sola la trigonometría elemental. Tyrtov, asombrado, habló con el padre de Sofia, un hombre  que veía mal que una mujer estudiara, y menos matemáticas, pero ante la insistencia se dejó convencer y permitió estudiar a su  hija en San Petersburgo.
La joven empezó a comprender los símbolos de Ostrogradaski que decoraban su cuarto.
 Como los padres no le permitían salir de San Petersburgo para instruirse más, Sofía encontró la solución, a través del matrimonio blanco, que consistía en tener un matrimonio casto para poder obtener el pasaporte y el consiguiente derecho de viajar al extranjero.
A través de un sorteo para este tipo de matrimonios conoció un joven llamado Vladimir Kovalevski (Kovalevskaya es, en ruso, el femenino de Kovalevski), que estaba dispuesto a viajar, estudiar y compartir la vida con Sofía.
Los Kovalevski marcharon a Heidelberg, luego de un par de años Sofía creía que su conocimiento matemático necesitaba otro lugar. Todo lo que le quedaba por saber lo encontraría en la capital, en  Berlín.
En ecuaciones diferenciales y cálculo, Weierstrass, en Berlín, era el mejor. Allí tuvo que lidiar con las ideas antifeministas de los científicos: el acceso a las clases y a los títulos académicos, estaba negados a las mujeres.
Como ella no podía asistir en público a las enseñanzas de Karl Weierstrass,  le pidió que le diera lecciones en privado. El mismo accedió con educación pero con cierto fastidio, para evitarla, Weierstrass le impuso como trabajo previo algunos ejercicios muy complicados que hubieran terminado con la paciencia de cualquiera. Recibió como respuesta los ejercicios resueltos y con brillantes razonamientos.
Weierstrass cambió enseguida de idea. Quizás aquella mujer era mucho más inteligente de lo que él había creído. Decidió darle clases, de lo cual nunca se arrepintió. Tras años de preparación, Sofia dedicó su tesis doctoral a las ecuaciones diferenciales. Luego realizó trabajos importantes, incluyendo uno sobre los anillos de Saturno. El artículo de Kovalevskaya, trata sobre la forma y la estabilidad de los anillos, en su época no se sabía nada, sólo podía especularse sobre ellos.
Su trabajo tuvo el honor de ser publicado en el Journal de Crelle, la universidad más importante del mundo en matemáticas, la Universidad de Gotinga, le concedió en 1874 el título de doctor.
Sofia regresó a Rusia en busca de un empleo, no lo encontró.
Los Kovalevski (Sofia y Vladimir), terminaron enamorándose el uno del otro. En 1878 nació su hija Sofia.
Con el tiempo Vladimir, que ya era profesor de Paleontología en Moscú, se apartó cada vez más de su actividad científica, pasando a ocuparse de negocios especulativos que no le funcionaron bien. Fue cayendo en una espiral de depresiones y terminó poniendo fin a su vida.
Acompañada de su bebé, ella volvió a Alemania y no tuvo éxito, en la obtención de un puesto académico. No había oportunidades para una doctora en matemáticas.
En Suecia existía una opinión más tolerante. Sofia había conocido a Gosta Mittag-Leffler, por aquel entonces el primer matemático de Suecia. Con su ayuda consiguió un empleo en la Universidad de Estocolmo, alternando las matemáticas y la literatura. Seis meses más tarde accedió a un puesto de profesora, convirtiéndose en la primera mujer del mundo moderno que ejerció como tal.
En París en 1888, a través de la Academia de las Ciencias, ganó el prestigioso Premio Bordin de matemáticas, dotado con 3000 francos para el ganador, con su trabajo que se titulaba: Memoria sobre un caso particular del problema de la rotación de un sólido alrededor de un punto fijo, donde la integración se efectúa con la ayuda de integrales hiperelípticas.
Weierstrass le escribió desde Alemania: “No hace falta que diga cómo vuestro éxito ha alegrado mi corazón y el de mis hermanas, así como de todos vuestros amigos aquí. Yo, en particular, he experimentado una verdadera satisfacción; jueces competentes han pronunciado ahora su veredicto: mi alumna fiel, mi “debilidad”, ya no es una frívola marioneta”.
En 1981 se enamora de un primo lejano, y tras pasar a su lado unas vacaciones en Francia, regresó a Suecia, donde se enfermó de neumonía. A fines del siglo, sin antibióticos, la neumonía era una enfermedad casi mortal. Falleció poco después de cumplir 41 años, en plena actividad intelectual.
El llamado teorema Cauchy-Kovalevski, se publico en 1890 por primera vez a través del Journal de Crelle, la revista “seria” de matemáticas de su época bajo el título de Zur Theorie der Partiellen Differntialgleichung.

Una de sus frases más difundidas, convertida casi en icono, dice: “Es imposible ser un matemático sin guardar a un poeta en el alma”.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario